jueves, 22 de noviembre de 2012

Ojo al Detalle, un experimento de percepción

Por: Diana Soto De Jesús


What we are looking for is what is looking.”
- St. Francis of Assisi








Yo creo que soy una científica frustrada” me dijo la improvisadora Karen Langevin alguna vez. Y es cierto. Al menos lo de científica; lo de frustrada, no sé. No huele a espíritu frustrado gestar un proyecto artístico por alrededor de un año. Sobretodo un proyecto de múltiples texturas que va sobre la idea de la percepción desde su acepción más literal, a través del ver con los ojos, hasta sus acepciones más filosóficas sobre percibir la vida, distinguir entre una cosa y otra, categorizar ideas, objetos... y claro, personas.


Pero en efecto, hay algo de Langevin que huele a científico. Hay un cuidado (acaso una leve obsesión) por el detalle, por los precisos componentes de algo, la estructura y el porqué de las cosas.

Esto se refleja en su más reciente proyecto: Ojo al Detalle, presentado en el Taller-Teatro Y No Había Luz durante el mes de octubre con la colaboración de Sylvia Bofill (co-dirección) y María E. Martín (interpretando a La Voz que Habla), entre otros.



La pieza es una serie de improvisaciones en movimiento y voz hechos por Langevin con la intervenciones de un segundo personaje llamado La Voz que Habla el cual sirve como guía de lo que está ocurriendo o por ocurrir en escena.



Mari Martín como La Voz que Habla  /  foto: ©HCastro
Ojo al Detalle está estructurada en secciones, cada una utiliza el espacio de una forma distinta y por tanto requiere algo distinto del público: que se mueva a escena, que se siente, que se pare, que tome decisiones propias y busque el espacio que le dé la gana para estar. A fin de cuentas esto es un trabajo sobre el mirar y ser mirado, desde lo literal a lo metafórico, y se lleva al público a mirar de distintas formas y hacerse consciente de este proceso, sus matices y diversas posibilidades. Aquí mirar no es algo meramente natural, incambiable e incuestionable. Por el contrario, tiene algo de construido: carga el peso de la expectativa.

Quizás lo más satisfactorio del trabajo es que se abordó esta tesis central de forma coherente a través de múltiples niveles, desde los temas abordados en las improvisaciones de movimiento y voz hasta el uso del espacio escénico que moviliza distintos tipos de miradas.



Este cuerpo tiene un nombre”

Este cuerpo tiene un nombre” proclamó en algún momento La Voz que Habla sobre el cuerpo desnudo de Langevin. Es decir este cuerpo no es pura fisionomía y anatomía funcional si bien estas disciplinas están presentes en la pieza de Langevin. Se nota el conocimiento de anatomía funcional, por ejemplo, en la precisión del movimiento. También, a través de la cualidad de movimiento de Langevin y las intervenciones de La Voz que Habla se le hace observar (con detalle) al público distintas partes del cuerpo, sus articulaciones y se le invita a observar sus posibilidades en movimiento a través de la improvisación. Pero hay más: este cuerpo tiene un nombre, es decir no es sólo un cuerpo biológico, es un cuerpo sumido en lenguaje, es un cuerpo en sociedad, es un cuerpo intervenido.


Es un cuerpo intervenido, por ejemplo, por normativas de género sobre lo adecuado o no para una niña/mujer, y por las dinámicas diaspóricas tan intrínsecas al ser puertorriqueño. Estos ejemplos son casos específicos que Langevin plantea a través de improvisaciones de carácter autobiográfico pero igual podrían ser otros y el punto sería el mismo: este cuerpo que el público mira tiene una historia, carga unas expectativas propias de la persona mirada pero también de quienes miran. Con las diferentes secciones y cambios en el uso del espacio escénico Langevin pone a prueba las expectativas del público.









Un experimento hecho performance

Lo que es más, se pone a prueba el público casi literalmente en una sección de Ojo al Detalle que funciona a poco como un experimento social sobre cómo nos percibimos unos a los otros. Más o menos a mitad de la presentación el personaje de La Voz que Habla convida al público a pasar al escenario y acto seguido lo divide en dos partes colocando una soga en el medio. Es aquí donde más se hace evidente el espíritu científico de Langevin. La Voz que Habla explica que se harán una serie de preguntas las cuales deben ser contestadas con “Sí”, “No” o “No sé”. El truco está en que el público hecho participante debe contestar no con palabras si no desplazándose hacia distintas áreas del escenario. Un lado del escenario es “Sí”, el otro es “No” y el área justo encima de la soga demarca el “No sé”.



Lo que sigue es un experimento hecho performance colectivo. Según se van haciendo preguntas la gente se va moviendo en el espacio escénico ahora cargado de significados específicos (“Sí”, “No”, “No sé”) y contestando. Lo que es más, contestan con sus cuerpos. No hay lenguaje detrás del cual esconderse. Hay que literalmente, y a la vista de todos, ir definiendo donde uno está parado referente a cada asunto. La cosa comienza de forma bastante inofensiva pero poco a poco va cobrando intensidad y abordando espacios más íntimos y potencialmente polémicos o tabúes: ¿haz cometido un acto de crueldad? ¿crees que puede haber justificación para matar a alguien? ¿te masturbas?


Risas, ojos que no saben a donde mirar, movimientos nerviosos... surgen todo tipo de respuestas no calculadas a través de los cuerpos que colorean el paisaje por encima de los “Sí” y “No” de un lado y otro de la soga. Y a todas estas La Voz que Habla nos sigue recordando el mirar y mirar como miramos. El asunto parece casi una forma de recolectar data para algún trabajo de ciencias sociales, lo único que aquí no hay científico oficial que como autoridad externa a los participantes determine que ocurrió y porqué. Por el contrario se invita a los participantes mismos a hacer su propio análisis y sacar sus propias construcciones.


Público se anima a la interacción improvisada junto a Karen Langevin durante "Ojo al Detalle" / foto: ©HCastro



Quizás es esto lo que después de todo hace de Langevin una científica frustrada, una cuasi científica, creer en el valor de la autodeterminación de cada individuo por encima de la sistematización de un proceso de búsqueda de conocimiento. Si bien en Ojo al Detalle se hace manifiesto un ímpetu de experimentación constante, con reglas que definen el marco de experimentación y escenarios con distintas variables para explorar un mismo tema (el ver, la mirada y la percepción), no se deja de invitar constantemente al público a activar su criterio propio y se le hace a éste un elemento clave en esta reflexión en movimiento sobre el mirar y mirarnos. Lo que resalta de Ojo al Detalle como proyecto es que en un momento histórico de alta polarización, logra integrar dos cosas aparentemente opuestas, arte y ciencia, a la vez.






*La autora es investigadora y bailarina.
Tiene una maestría en Análisis Cultural.
http://www.comunarte.com/about/