miércoles, 12 de noviembre de 2014

De ron, anís y coincidencias


por Heriberto Castro





Recientemente tuve un encuentro, no tan casual, con la bebida llamada chichaíto”...
Participaba entonces en el Puerto Rico Tango Festival y luego de asistir a un par de talleres, asumí que mi cuerpo se movería con la misma facilidad que cuando uno de los
expertos me guiaba por la senda del conocimiento corpóreo. Sin embargo, al llegar a la gran sala de la práctica esa noche (la Milonga), mi cuerpo respondió haciendo plena resistencia mental. Las emociones me engañaban; no me sentía bien conmigo mismo. Acudí a la barra del salón en busca de algún brebaje que adormeciera mi sentir para dar paso a la manifestación del cuerpo. Debido a mi poca experiencia con la bebida, me quedé paralizado ante el mar de posibilidades. Le comento a la mujer que cariñosamente despachaba... “Necesito algo fuerte que tenga efecto instantáneo”. “Tenemos shots de chichaíto a peso...” respondió con una sonrisa. Recordando mi poca experiencia con la mezcla de ron y anís, le respondí de inmediato: “Eso mismo quiero”. Para mi sorpresa, la mujer llenó el pequeño vaso hasta arriba y yo lo dejé pasar por mi garganta de un solo sorbo. Le miré el rostro y le dije: “Otro, por favor”.

Si la particular bebida me ayudó o no...esos son otros veinte pesos. Cuando uno emprende nuevos caminos acariciando la creencia (consciente o inconciente) de que uno no tiene la valía para engendrar nuevas rutas en la senda de la vida, la parálisis es inevitable... el moverse hacia adelante es un proyecto de magnitud insospechada. Pero el resultado y proceso es materia de mi próximo escrito, por lo que continúo con el chichaíto.

Poco iba yo a imaginar que a días de ese encuentro con la particular bebida, nuevamente llegaría a mí otro sorbo del brebaje: la producción del Chichaíto Show del 22 y 29 de octubre contaba con el obsequio del “shot” en la entrada del taller-teatro de Y no había luz. Ante la coincidencia, agucé mi oído cósmico por si las fuerzas divinas decidían enviar alguna revelación.

El Chichaíto Show contó con cinco piezas originales de Hincapié que, en su particular estilo, nos llevaron desde la cotidianidad burda hasta la introspección profunda. Admito que el chichaíto bebido en la entrada propició cierto relajamiento y me encontré algo parlanchín en mi asiento en espera del comienzo... el cual no pudo ser más apropiado: la pieza cómica de La Vecina coreografiada por el dueto de baile experimental “La Guareta” (Cristina Lugo y Marili Pizarro).

En un concepto de Pizarro y al son de la canción Sin Ti interpretada por el trío Los Panchos, las diferencias, similitudes y encontronazos de dos vecinas son exploradas por
medio del movimiento, la palabra y una cuantía de expresiones faciales unidas al lenguaje corpóreo. A mi humilde entender, estuvieron insuperables. Además, ¿qué puede ser más pertinente que unir el despecho expresado en Sin Tí con un trago de chichaíto? ¿Acaso no somos adictos al conflicto? Evocamos la paz por boca pero siempre caemos víctimas de la disputa... nos encanta evolucionar a través de ella, o quizás son nuestros egos que se entretienen de esta manera. Sea como fuere, no hay nada más terrenal que darnos un trago para olvidar la pugna con los que amamos. Olvidamos que cada ser viviente es una creación divina... aunque su divinidad este aún en medio de un largo proceso.

Pese a su jocosidad, La Vecina presenta aspectos muy serios de lo que conlleva toda relación y sus continuas contradicciones... el constante “ni contigo ni sin ti”. Lo certero del uso de la composición del mexicano Pepe Guízar estriba en el sarcasmo entre la canción y la relación entre los personajes. Las frases de sin ti no podre vivir jamás, lo que me hace llorar, la clemencia en mi dolor, la esperanza te la llevas y sin ti es inútil vivir... nos invita al borde del precipicio en el nombre del amor. La convivencia se convierte en una maraña de emociones manifestadas en actos que escalan en daños colaterales; pero nos reímos hasta de la muerte y aplaudimos el conflicto como estilo de vida.

En una propuesta de su propia conceptualización y coreografía Beatriz Irizarry nos introduce en la segunda pieza al mundo de lo irritable y oscuro a través del personaje de En otro momento.

Prestándose para múltiples interpretaciones, el personaje interpretado por Irizarry manifiesta un semblante lleno de gestos que parecen girar dentro del contexto del resentimiento y el rencor, como símbolo quizás de nuestros miedos. Sus movimientos parecen reflejar la necesidad del espíritu, agarrándose a su presente y a lo que tiene.

Luego de una serie de movimientos de aprensión y desconfianza, En otro momento termina repentinamente con un movimiento abrupto del personaje (foto) que sugiere dos posibilidades... la realización de que nuestras bendiciones no pueden ser robadas o por lo contrario, cerrarnos a la posibilidad de crecimiento.

Si bien En otro momento utiliza de forma excelsa el movimiento para expresar la condición interna, a mi parecer la tercera propuesta de la noche es una de las más reflexivas.

Basado en el crimen de odio contra el joven de 19 años, Jorge Steven López Mercado, Desmembrada retoma los hechos del incidente ocurrido en noviembre del 2009 desde la perspectiva de la víctima. Sin querer entrar en los detalles del sonado caso, me parece indispensable puntualizar específicos necesarios para acentuar la extraordinaria labor del coreógrafo y bailarín Steven J. Rodríguez.

En un funesto día de noviembre del 2009, López Mercado subió al vehículo de Juan Antonio Martínez Matos (de 26 años) quien asumió que el joven era una mujer ya que vestía como tal y lo pagó con su vida. De hecho, López Mercado era conocido por su habilidad en el maquillaje y estaba a punto de comenzar sus estudios en ese campo. Una vez Martínez Matos se entera de que López es en realidad un hombre, se forma la discusión, agravada por el hecho de que el victimario había sido abusado sexualmente en una cárcel mientras cumplía sentencia por violencia doméstica. El altercado desenlaza en el asesinato de López Mercado, con el resultado final de su cuerpo desmembrado y calcinado dejado por Martínez Matos al abandono en el barrio Guavate de Cayey.

En mi opinión, la genialidad de Desmembrada estriba en la presentación de múltiples capas del suceso, lo que inspira al observador de la pieza a enfrentarse con sus propios conceptos y etiquetas. Dos historias que coinciden en el mismo punto llevan a sus personajes a enfrentarse como víctima y victimario y lo que no debía haber ocurrido nunca, ocurrió. Desmembrada dedica su espacio a llevar el punto de vista de uno de los perdedores del fatídico encuentro.















En Desmembrada, el trasvesti de la historia enfrenta las etiquetas que lo definen, generando una transformación en la compostura del personaje. Su integridad se ve comprometida a medida que el movimiento circular corpóreo va desgarrando su vestimenta, accesorios y finalmente su cuerpo para mirarse en el espejo de quien lo extermina: el prejuicio incrustado en la mente de un “buscador de mujeres”, la visión distorsionada de humanidad que se expresa en la atracción por el sexo opuesto y la reacción dislocada al toparse con una situación que reta la autoimagen de hombría.

A medida que el personaje se desnuda revelando su “humanidad”, lo masculino o femenino dejan de ser importantes y el público debe enfrentar su propia perspectiva de lo que es la sexualidad... y dónde está parado dentro de sus propios prejuicios.

Desmembrada utiliza la segmentación del cuerpo de la “víctima” para desarticular nuestra consciencia con el uso de la palabra a medida que el cuerpo del bailarín deja de moverse en medio de “su verdad”, su desnudez. Mientras que el “victimario” ha minimizado a la persona a través del desmembramiento, la “víctima” se crece al empujarnos a reconsiderar definiciones... ver más allá de las etiquetas y las preferencias; a considerar la esencia de nuestro ser como testimonio de nuestra humanidad.

Reconociendo que nadie ganó y todo el mundo perdió en un suceso como éste, la coreografía trae esperanza si de algún modo el suceso nos ayuda a reconsiderar la importancia de la dignidad humana y lo frívolo de las etiquetas, si nos lleva a considerar la esencia de nuestro ser como testimonio de nuestra humanidad... y si nos revela que nuestro real ser es glorioso e insospechable, independientemente de las preferencias dictadas por nuestra condición terrenal.


Admito que la pieza permaneció en mi mente mucho después del aplauso, ocupando mi pensamiento hasta mediados de la próxima pieza, por lo que mi apreciación se vio comprometida. Con concepto y coreografía de Beatriz Irizarry, Marili Pizarro y Cristina Lugo, la cuarta propuesta de la noche había ya sido presentada (segmento) en “You Tube”, con la intención que el público la interpretara y sugiriera un título para la misma. La pieza (una interacción entre tres cuerpos femeninos) tuvo un sin número de títulos propuestos que luego fueron leídos al público, siendo el ganador Vaginando. Una vez el título llegó a mi consciencia y estando en recuperación de la pieza anterior, no pude ver la interacción más allá que desde el punto de vista íntimo del órgano, observado desde el movimiento de los tres cuerpos. De más está decir mi disfrute ante el experimento.

Luego de una extensa repartición del brebaje que da inicio al espectáculo, un brindis a la labor de Petra Bravo precedió la quinta y última propuesta del “Chichaíto Show”. Como siempre, Bravo elogió la labor de la nueva cepa y nos exhortó a auspiciar el trabajo de quienes han sido sus fieles estudiantes, a la vez que relegó a segundo plano su participación en el mundo de la danza. Pero el público no se prestó a su humildad pues el aplauso fue extenso, procediendo luego a beber de un solo trago la bebida embrujadora de la noche para disfrutar la pieza final: Ron y Anís.



Presentada con anterioridad en el Festival Brújula al Sur en Cali, Colombia (2013), Ron y Anís nos sumerge desde su comienzo en la sustancia de la vida misma... la necesidad de alinearnos con los demás a través de nuestras experiencias y a buscar lo más que queramos en la vida; ya sea amor o ya sea aceptación... pero sin perder en la búsqueda nuestra propia identidad.


Lo complejo de este esfuerzo se expresa al inicio de la pieza por medio del uso del texto; el poema de Xavier Valcárcel, A veces. Con ganas y sin ganas, hembras y hombres, hombres y hombres o hembras y hembras... todos somos partícipes de la misma búsqueda. Algunos quizás llegamos, otros quizás no aprendemos. Sea como fuere, no nos queda opción que la búsqueda... aunque a veces no lo hagamos.
























Con música de Wim Mertens, el concepto y coreografía de Petra Bravo nos pasea por el intento de llegar a ese encuentro con nosotros mismos... a través del otro. Este es un
espectáculo para adultos, donde la vestimenta es liviana y transparente como el alma misma en su esencia pura a la hora del beso; cuando un alma hace contacto con otra... cuando llega la hora de compartir con otro lo que realmente somos.

Pero este viaje hacia nosotros mismos no se hace con carga. El encuentro de las almas sólo puede ocurrir en la desnudez del espíritu y las cargadas, desplazamientos e interacciones de los bailarines terminan desgarrando lo poco que les queda de ropa enfatizando la única forma posible del encuentro: desde la verdad de lo que somos.

Como dice el propio Valcárcel... “A veces no hay ron, ni hay anís, a veces no hay a veces ni formas de ser” pero en esa noche del “Chichaíto Show”, por unos instantes casi pude tocar el alma de lo que es ser a través de Ron y Anís y me parece curioso cómo lo burdo del concepto del chichaíto como bebida y espectáculo me llevara a la profundidad de mi sentir. A la hora de cerrar los ojos la noche de ese miércoles, entrelacé pensamientos y posibilidades de futuros encuentros mientras añoraba los fracasos pasados.

Expresando mi deseo de una repetición del “Chichaíto Show”, le doy las gracias a Beatriz, Marili, Cristina y Steven por la interpretación de Ron y Anís y a Petra por regalarnos esta última pieza.

A veces

por Xavier Valcárcel



A veces los hombres se besan
se beben, se aman, a veces se besan las hembras
aún cuando hay hembras y hombres
que acusan y abusan
muchas veces a veces.

Pero por eso bésanse las hembras
por eso se besan los hombres
porque abusan las los las
los las los...

Mejor que abusen los besos y abrazos
los hombros atrás y adelante
las brasas, sus brazos, su brosa
si hay bocas y vasos y bailes y vuelo

Aunque abunden los otros
sus dedos que insisten y dicen ser leyes
sus leyes, las leyes absurdas...
si abusan sus voces, sus vainas, sus mierdas
blasfemias sin rosa, ¡basura!
¡Basura!

A veces no hay ron, ni hay anís
a veces no hay veces
ni formas de ser lo exactamente hombres
lo exactamente hembras...
Siquiera a veces hay ganas
y no queda otra opción más esperanzadora
que estar en medio del baile y el vuelo
a veces