por Heriberto Castro
Recientemente
tuve un encuentro, no tan casual, con la bebida llamada “chichaíto”...
Si
la particular bebida me ayudó o no...esos son otros veinte pesos.
Cuando uno emprende nuevos caminos acariciando la creencia
(consciente o inconciente) de que uno no tiene la valía para
engendrar nuevas rutas en la senda de la vida, la parálisis es
inevitable... el moverse hacia adelante es un proyecto de magnitud
insospechada. Pero el resultado y proceso es materia de mi próximo
escrito, por lo que continúo con el chichaíto.
Poco
iba yo a imaginar que a días de ese encuentro con la particular
bebida, nuevamente llegaría a mí otro sorbo del brebaje: la
producción del Chichaíto Show
del 22 y 29 de octubre contaba con el obsequio del “shot” en la
entrada del taller-teatro de Y no había luz. Ante la coincidencia, agucé mi
oído cósmico por si las fuerzas divinas decidían enviar alguna
revelación.
El
Chichaíto Show
contó con cinco piezas originales de Hincapié
que, en su particular estilo, nos llevaron desde la cotidianidad
burda hasta la introspección profunda. Admito que el chichaíto
bebido en la entrada propició cierto relajamiento y me encontré
algo parlanchín en mi asiento en espera del comienzo... el cual no
pudo ser más apropiado: la pieza cómica de La
Vecina coreografiada por el dueto de baile experimental “La Guareta”
(Cristina Lugo y Marili Pizarro).
En
un concepto de Pizarro y al son de la canción Sin Ti interpretada por el trío Los Panchos, las diferencias, similitudes y
encontronazos de dos vecinas son exploradas por
Pese
a su jocosidad, La Vecina
presenta aspectos muy serios de lo que conlleva toda relación y sus
continuas contradicciones... el constante “ni contigo ni sin ti”.
Lo certero del uso de la composición del mexicano Pepe Guízar
estriba en el sarcasmo entre la canción y la relación entre los
personajes. Las frases de sin ti no
podre vivir jamás, lo que me hace llorar, la clemencia en mi dolor,
la esperanza te la llevas y
sin ti es inútil vivir... nos invita
al borde del precipicio en el nombre del amor. La convivencia se
convierte en una maraña de emociones manifestadas en actos que
escalan en daños colaterales; pero nos reímos hasta de la muerte y
aplaudimos el conflicto como estilo de vida.
En
una propuesta de su propia conceptualización y coreografía Beatriz
Irizarry nos introduce en la segunda pieza al mundo de lo irritable y
oscuro a través del personaje de En
otro momento.
Prestándose
para múltiples interpretaciones, el personaje interpretado por
Irizarry manifiesta un semblante lleno de gestos que parecen girar
dentro del contexto del resentimiento y el rencor, como símbolo
quizás de nuestros miedos. Sus movimientos parecen reflejar la
necesidad del espíritu, agarrándose a su presente y a lo que tiene.
Luego
de una serie de movimientos de aprensión y desconfianza, En
otro momento termina repentinamente con
un movimiento abrupto del personaje (foto) que sugiere dos
posibilidades... la realización de que nuestras bendiciones no
pueden ser robadas o por lo contrario, cerrarnos a la posibilidad de
crecimiento.
Si
bien En otro momento
utiliza de forma excelsa el movimiento para expresar la condición
interna, a mi parecer la tercera propuesta de la noche es una de las
más reflexivas.
Basado
en el crimen de odio contra el joven de 19 años, Jorge Steven López Mercado, Desmembrada
retoma los hechos del incidente ocurrido en noviembre del 2009 desde
la perspectiva de la víctima. Sin querer entrar en los detalles del
sonado caso, me parece indispensable puntualizar específicos
necesarios para acentuar la extraordinaria labor del coreógrafo y
bailarín Steven J. Rodríguez.
En
un funesto día de noviembre del 2009, López Mercado subió al
vehículo de Juan Antonio Martínez Matos (de 26 años) quien asumió
que el joven era una mujer ya que vestía como tal y lo pagó con su
vida. De hecho, López Mercado era conocido por su habilidad en el
maquillaje y estaba a punto de comenzar sus estudios en ese campo.
Una vez Martínez Matos se entera de que López es en realidad un
hombre, se forma la discusión, agravada por el hecho de que el
victimario había sido abusado sexualmente en una cárcel mientras
cumplía sentencia por violencia doméstica. El altercado desenlaza
en el asesinato de López Mercado, con el resultado final de su
cuerpo desmembrado y calcinado dejado por Martínez Matos al abandono
en el barrio Guavate de Cayey.
En
mi opinión, la genialidad de Desmembrada
estriba en la presentación de múltiples capas del suceso, lo que
inspira al observador de la pieza a enfrentarse con sus propios
conceptos y etiquetas. Dos historias que coinciden en el mismo punto
llevan a sus personajes a enfrentarse como víctima y victimario y lo
que no debía haber ocurrido nunca, ocurrió. Desmembrada
dedica su espacio a llevar el punto de vista de uno de los perdedores
del fatídico encuentro.
En
Desmembrada,
el trasvesti de la historia enfrenta las etiquetas que lo definen,
generando una transformación en la compostura del personaje. Su
integridad se ve comprometida a medida que el movimiento circular
corpóreo va desgarrando su vestimenta, accesorios y finalmente su
cuerpo para mirarse en el espejo de quien lo extermina: el prejuicio
incrustado en la mente de un “buscador de mujeres”, la visión
distorsionada de humanidad que se expresa en la atracción por el
sexo opuesto y la reacción dislocada al toparse con una situación
que reta la autoimagen de hombría.
A
medida que el personaje se desnuda revelando su “humanidad”, lo
masculino o femenino dejan de ser importantes y el público debe
enfrentar su propia perspectiva de lo que es la sexualidad... y dónde
está parado dentro de sus propios prejuicios.
Desmembrada
utiliza la segmentación del cuerpo de la “víctima” para
desarticular nuestra consciencia con el uso de la palabra a medida
que el cuerpo del bailarín deja de moverse en medio de “su
verdad”, su desnudez. Mientras que el “victimario” ha
minimizado a la persona a través del desmembramiento, la “víctima”
se crece al empujarnos a reconsiderar definiciones... ver más allá
de las etiquetas y las preferencias; a considerar la esencia de
nuestro ser como testimonio de nuestra humanidad.
Reconociendo
que nadie ganó y todo el mundo perdió en un suceso como éste, la
coreografía trae esperanza si de algún modo el suceso nos ayuda a
reconsiderar la importancia de la dignidad humana y lo frívolo de
las etiquetas, si nos lleva a considerar la esencia de nuestro ser
como testimonio de nuestra humanidad... y si nos revela que nuestro
real ser es glorioso e insospechable, independientemente de las
preferencias dictadas por nuestra condición terrenal.
Admito
que la pieza permaneció en mi mente mucho después del aplauso,
ocupando mi pensamiento hasta mediados de la próxima pieza, por lo
que mi apreciación se vio comprometida. Con concepto y coreografía
de Beatriz Irizarry, Marili Pizarro y Cristina Lugo, la cuarta
propuesta de la noche había ya sido presentada (segmento) en “You Tube”,
con la intención que el público la interpretara y sugiriera un
título para la misma. La pieza (una interacción entre tres cuerpos
femeninos) tuvo un sin número de títulos propuestos que luego
fueron leídos al público, siendo el ganador Vaginando.
Una vez el título llegó a mi consciencia y estando en recuperación
de la pieza anterior, no pude ver la interacción más allá que
desde el punto de vista íntimo del órgano, observado desde el
movimiento de los tres cuerpos. De más está decir mi disfrute ante
el experimento.
Luego
de una extensa repartición del brebaje que da inicio al espectáculo,
un brindis a la labor de Petra Bravo precedió la quinta y última
propuesta del “Chichaíto Show”.
Como siempre, Bravo elogió la labor de la nueva cepa y nos exhortó
a auspiciar el trabajo de quienes han sido sus fieles estudiantes, a
la vez que relegó a segundo plano su participación en el mundo de
la danza. Pero el público no se prestó a su humildad pues el
aplauso fue extenso, procediendo luego a beber de un solo trago la
bebida embrujadora de la noche para disfrutar la pieza final: Ron
y Anís.
Presentada
con anterioridad en el Festival Brújula al Sur en Cali, Colombia
(2013), Ron y Anís
nos sumerge desde su comienzo en la sustancia de la vida misma... la
necesidad de alinearnos con los demás a través de nuestras
experiencias y a buscar lo más que queramos en la vida; ya sea amor
o ya sea aceptación... pero sin perder en la búsqueda nuestra
propia identidad.
Lo
complejo de este esfuerzo se expresa al inicio de la pieza por medio
del uso del texto; el poema de Xavier Valcárcel, A
veces. Con ganas y sin ganas, hembras y
hombres, hombres y hombres o hembras y hembras... todos somos
partícipes de la misma búsqueda. Algunos quizás llegamos, otros
quizás no aprendemos. Sea como fuere, no nos queda opción que la
búsqueda... aunque a veces no lo hagamos.
Con
música de Wim Mertens, el concepto y coreografía de Petra Bravo nos
pasea por el intento de llegar a ese encuentro con nosotros mismos...
a través del otro. Este es un
Pero
este viaje hacia nosotros mismos no se hace con carga. El encuentro
de las almas sólo puede ocurrir en la desnudez del espíritu y las
cargadas, desplazamientos e interacciones de los bailarines terminan
desgarrando lo poco que les queda de ropa enfatizando la única forma
posible del encuentro: desde la verdad de lo que somos.
Como
dice el propio Valcárcel... “A veces
no hay ron, ni hay anís, a veces no hay a veces ni formas de ser”
pero en esa noche del “Chichaíto
Show”, por unos instantes casi pude
tocar el alma de lo que es ser
a través de Ron y Anís
y me parece curioso cómo lo burdo del concepto del chichaíto
como bebida y espectáculo me llevara a la profundidad de mi sentir.
A la hora de cerrar los ojos la noche de ese miércoles, entrelacé
pensamientos y posibilidades de futuros encuentros mientras añoraba
los fracasos pasados.
Expresando
mi deseo de una repetición del “Chichaíto
Show”, le doy las gracias a Beatriz,
Marili, Cristina y Steven por la interpretación de Ron
y Anís y a Petra por regalarnos esta
última pieza.
A veces
por Xavier
Valcárcel
se beben, se
aman, a veces se besan las hembras
aún cuando
hay hembras y hombres
que acusan y
abusan
muchas veces
a veces.
Pero por eso
bésanse las hembras
por eso se
besan los hombres
porque abusan
las los las
los las
los...
Mejor que
abusen los besos y abrazos
los hombros
atrás y adelante
las brasas,
sus brazos, su brosa
si hay bocas
y vasos y bailes y vuelo
Aunque
abunden los otros
sus dedos que
insisten y dicen ser leyes
sus leyes,
las leyes absurdas...
si abusan sus
voces, sus vainas, sus mierdas
blasfemias
sin rosa, ¡basura!
¡Basura!
A veces no
hay ron, ni hay anís
a veces no
hay veces
ni formas de
ser lo exactamente hombres
lo
exactamente hembras...
Siquiera a
veces hay ganas
y no queda
otra opción más esperanzadora
que estar en
medio del baile y el vuelo
a veces