domingo, 12 de junio de 2011

Despierta Aurora ante ejecutoria boricua

por: Heriberto Castro

Confesando mi resistencia del fin de semana pasado a entregar el poco tiempo disponible a un clásico como lo es La Bella Durmiente, admito el privilegio de haber presenciado la complejidad de dicha obra a manos de integrantes de Andanza, Ballets de San Juan y Balleteatro Nacional en lo que fue un encuentro no tan solo victorioso si no también necesario para tan magna producción. Ante el esfuerzo de Mauro Inc., Aurora, La Bella Durmiente dejó una estela de ímpetu en mi espíritu de lo que es un buen trabajo en equipo.

Aida Encarnación, Tita Guerrero y Marian Pabón como
las Hadas Primavera, Fauna y Flora. (Foto:Heriberto Castro)
Si bien es cierto que la grandiosidad del clásico de Marius Petipa (1890) está en su sofisticada integración de elementos teatrales y la mímica tradicional, los elementos inovadores de esta producción traen un giro de deleite propio que demarcan su particular estallido de genialidad. Del reino de la imaginación, el uso de los actores Marian Pabón, Tita Guerrero y Aida Encarnación como las hadas Flora, Fauna y Primavera (respectivamente) son un acertado elemento contemporáneo. El recurso de la comedia en sus particulares momentos, nos seduce a pasear dentro de la densidad de los dos temas principales de la pieza... el desarrollo hacia la adultez de Aurora y el triunfo del bien sobre el mal.

 Tratar de desmenuzar en un corto escrito todos los elementos de la producción es un reto muy en especial cuando cada acto es una unidad en sí misma ante la sinfonía de Tchaikovsky. Así pues me centro en particulares momentos o personajes que fueron de mi atención.

Primeramente, Marena Pérez como Aurora...
Su transición de joven a mujer fue totalmente creíble. Tanto así que su aparición en la celebración de sus 16 años hubo una serie de aparentes errores de tiempo y vueltas descuidadas e indiferentes que daban la ilusión de una Aurora desprendida de exigencias como todo adolescente. Admito tener en ese momento dudas sobre su desempeño hasta que su attitude con la pierna doblada hacia atrás con el brazo curveado sobre su cabeza denotaban ciertamente una transformación donde el repetido movimiento nos lleva a la incertidumbre que es pasar de adolescencia a la adultez. Sus habilidades como adulta son más adelante puestas a prueba por los cuatro principes en busca de su mano con la secuencia de toma de manos, soltarla y mantenerse momentáneamente balanceada con las manos sobre la cabeza. Cosa que se repite luego de la entrega de las rosas de sus pretendientes con mayor destreza al final del adagio. Su final antes de la intervención del Hada malvada es una de mucha confianza y destreza denotando una visible transformación ante los presentes de la fiesta.
Marena Perez y Osmay Molina en el Grand Pas de Deux. (Foto:HC)
Pero no es hasta el Grand Pas de Deux con el Príncipe Florimundo (Osmay Molina) que la Princesa muestra toda su maestría. Ante la agilidad de ambos, fue una delicia visual ver como la confiada Princesa se lanza a los brazos del Príncipe de forma acelerada en clavado para ser llevada a la posición de fish dive; posición que repite más adelante pero ya a partir de estar sentada sobre los hombros.

Cabe destacar la actuación mímica de Katherine Morey pero sin entender porque no usó zapatillas pues en momentos balléticos se veía comprometido el visual al ser los zapatos el único elemento ajeno (excusen la ignorancia si responde a exigencia de su coreografía original). Me pareció genial la representación del lobo al llevarse la niña y los amages de la niña al verse llevada por el lobo. De igual forma el recurso teatral para la lucha del bien contra el mal con la batalla del dragon-Hada malvada tuvo su efecto mesmerizador al darnos a la audiencia otro espacio para la apreciación de la trama. Tambien, el Cuervo representado por Roberto López tanto en su solo como acompañando al Hada malvada (Rebecca Canchani) tenía su particular encanto místico.

Odemar Ocasio como el Pajaro Azul. (Foto:HC)
Ante la participación de Odemar Ocasio como el Pájaro Azul tengo que aplaudir sus saltos donde en momentos parecía de cierto un pájaro al dar la ilusión de estar suspendido en el aire en lo que pareció ser uno de los momentos más exigentes de la pieza.

Este clásico tiene muchos espacios para la genialidad. Su extenso elenco, la estructura de sus tres actos y la trama en sí misma con la integración de elementos contemporáneos hacen de esta producción una de gran envergadura y si bien al leer el programa expresan en los agradecimientos ¡Sobrevivimos “Aurora, La Bella Durmiente!”... les reitero... muy bien valió la pena!