jueves, 27 de septiembre de 2012

Tras las Huellas de las dos Marías: mis impresiones


Por: Miriam Montes Mock


L. Valentín & J. Rdz / "Entre Cuerdas Rotas"
Hace poco menos de dos años, el público puertorriqueño tuvo la oportunidad de presenciar el espectáculo Huellas de María Julia Landa, para entonces un tributo en vida que se le hiciera a nuestra queridísima María Julia, mientras ella aún luchaba contra el cáncer. En esta ocasión, Balleteatro Nacional de Puerto Rico, dirigido por José Rodríguez, y la Liga Puertorriqueña contra el Cáncer presentaron identico programa artístico -con algunas variaciones en el elenco- más estrenaron una gama de sentimientos a raíz de la pérdida de dos grandes figuras del mundo del ballet en Puerto Rico: las ex bailarinas, profesoras, coreógrafas y ensayadoras, María Julia Landa y María Carrera, ambas, víctimas de la mortal enfermedad.


Sin embargo, siempre hay más de una manera de acercarse a los sucesos que nos parecen trágicos, como las repentinas jornadas a otros planos existenciales de nuestras queridas Marías.


Laura Valentín en la historia de lucha y esperanza, "Entre Cuerdas Rotas" / foto: ©Heriberto Castro




Tatiana Rodríguez en "Passionata" / ©HCastro

Tal vez le ocurrió a más de un espectador... Es decir, esa indescifrable mezcla de melancolía, admiración y belleza, que originó la mera contemplación de danzas interpretadas por la compañía de BNPR, que fueron creadas o bailadas en alguna ocasión por María Julia y, a su vez, tantas veces ensayadas por el ojo meticuloso de María Carrera. Acaso los bailarines se sintieron extraños al ensayar sus piezas y escuchar -como si les hablara- la voz sonora de María Julia mientras montaban Passionata, y ella, apasionada con la viveza de la música de Bach y la alegría que provocan sus ritmos, los habrá impulsado, con su sonrisa desprendida y sus ojos lozanos, a vivirse la danza. ¿Lo hizo? ¿O fue María, detallista, impetuosa, la que “los corrigió” una y otra vez hasta que por fin esgrimió un escueto “good” (su evidente muestra de satisfacción)? Y mientras tanto, en ese espacio silencioso e impertinente que tiene la memoria, no pudieron menos que recordarlas y, de seguro, desear volverlas a ver.

Viviana Alí en "Alturas" / foto: ©H.Castro
Así, entre emociones tropezándose entre sí, anécdotas, algunas risas y tal vez unas cuantas lágrimas inoportunas, los bailarines volvieron a bailar el resto de las coreografías de María Julia: Preciosa, con la música inequívoca de Rafael Hernández, esta vez interpretada por Lara Berríos y, como parejo, Ernesto Rentas (S) o Elmer Pérez (D); Alturas (Tatiana Rodríguez alternando con Viviana Alí); la energética Celtic Fire, comisionada por Fernando Bujones para el Orlando Ballet, allá para el 2003, y realzada con el estupendo vestuario diseñado por Sylvia Levy; y la pieza que nos sigue conmoviendo, Entre Cuerdas Rotas, sobre la historia de lucha y esperanza que protagonizó María Julia y, en un sentido, también lo hizo María Carrera.

Laura Valentín & José Rodríguez en "Entre Cuerdas Rotas" / foto: ©H.Castro

Marena Pérez en "Undine's Solo" / HC
De manera que allí “estuvieron” las dos Marías; la sonrisa y la voz musical de aquella estupenda bailarina y coreógrafa, y el genio de la extraordinaria maestra y ensayadora. En ambas habitó el amor empedernido por la danza, un sentido de compromiso insobornable, y la generosidad de los artistas. Hoy disfrutamos la huella inequívoca que nos acaban de dejar y la invitación a emularlas. Por eso, ver a Marena Pérez, con su estilo desenfadado y a la vez dulce mientras bailaba Undine's Solo, de Stuart Sebastian, y que hace tantos años atrás interpretara María Julia, fue como escuchar un buen secreto, algo así como... “su legado vive”. Igualmente nos sucedió al disfrutar el desafiante Pas De Deux de Coppélia en los cuerpos de Laura Valentín y José Rodríguez. Laura, ataviada con el mismo vestido blanco que usó María Julia al bailar este clásico durante las Competencias de Varna y Jackson luego de que María Carrera la adiestrara, mostró su técnica fuerte y su interpretación apasionada (producto de las enseñanzas y la inspiración de sus dos Marías), y volvió a provocar aplausos cerrados y vítores entre la concurrencia. Allí dejó Laura el alma, el agradecimiento desbordado, la pena de haberlas perdido en este plano terrenal, y la emoción que no es posible vestir con palabras; solamente con la danza que ella les regaló a sus dos Marías. ¡Para ustedes, maestras!

José Rodríguez y Laura Valentín en "Pas De Deux de Coppélia" / foto: ©Heriberto Castro