lunes, 3 de abril de 2017

ARROJO

Por Ana Varona


El domingo pasado acudí con curiosidad al espacio de Almacén 63 en Hato Rey a ver la presentación de Claroscuro, un colectivo de danza contemporánea cuyo trabajo me había intrigado pero que hasta ahora no había podido ver. No voy a hablar de las piezas individuales; aunque todas se distinguen por su originalidad, buen diseño, composición, y sentido musical. Y todas estuvieron bien montadas y ensayadas (incluyendo una improvisación de ejecución fluida). Ni voy a hablar de bailarines particulares; aunque todos son excelentes, cada uno contribuyendo una cualidad especial al conjunto. Voy a hablar del colectivo, que es como se define este grupo de ocho integrantes, y a compartir mi impresión general de lo que experimenté esa tarde.


Almacén63 es un estudio de clases que cuenta con un pequeñísimo piso de baile, lumino-técnica mínima, y para el público, unas cuantas sillas y espacio para sentarse en el piso (todo esto me recordó a las presentaciones en los "lofts" y sótanos de Soho en los años 80). Estos espacios son necesarios y proveen un excelente medio para grupos experimentales. Pero Claroscuro bien podía haber estado en un gran teatro. Tan pronto comenzó la presentación, fuimos transportados a un mundo sin paredes donde solo existía la transmisión inmediata de cada movimiento.


El proyecto se titulaba ARROJO, y más apropiado no pudo ser, pues estos bailarines arrojaron su ser, no solo en el escenario, sino también dentro de nosotros, los espectadores. Igualmente se pudo haber llamado ENTREGA, pues lo dieron todo. Así lo sentí. Y quizás sea en parte por ser un colectivo, por un compromiso de transmitir algo que va más allá de la oferta individual de cada uno. Ese compromiso es evidente en todo lo que hacen, conectados los unos con los otros como por hilos invisibles que coordinan sus movimientos y al parecer, sus pensamientos. Aun cuando alguno de ellos se destaca como solista en una pieza, uno tiene la sensación de que está totalmente consciente de todos los demás en escena y que el apoyo mutuo no se pierde ni por un instante.


ARROJO junto al coro de cámara Ilumino. Fotos cortesía de Luis Negrón





















No podemos hablar de Claroscuro sin que la palabra energía se quiera colar por todas partes. Y es una energía intensa, casi cruda y primordial... instintiva, emotiva. Energía que comprende todo el cuerpo, la cara, la voz. Energía que no permite al espectador otra alternativa que no sea sentir su propia carne, huesos, corazón y pulmones y responder con un intensidad paralela. Al mismo tiempo, es energía consciente, con dirección y objetivo claro y preciso. Aquí el abandono y el control, la pasión y la ecuanimidad, la tormenta y la calma, el delirio y la cordura... se complementan y se entrelazan. Tan pronto el cuerpo se tira de peso completo contra el piso, como que se alza livianamente por su propio impulso o ayudado por un compañero. Tan pronto aparece un ritmo acelerado y frenético, como que uno pausado y medido.  Es un juego de equilibrio energético constante. Así también es la vida. Por eso respondemos, nos relacionamos, nos con-movemos. Esto después de todo, debe ser la misión de la danza.  Y estos bailarines la cumplen sin limitaciones y con la promesa de mucho más por venir.  ¡Que así sea!






Claroscuro está integrado por Fernando Ramos, Nayaret Candelario, Solimar Arzola, Franklyn Fuentes, Rafael Cañals, Sergio Rios, Milca Alamo y Gabriela Dueñas.


ARROJO incluyó las siguientes piezas: Lo prometido es deuda, Los miedos, La Bruja y Transitarsis

La presentación también contó con la participación del coro de cámara Ilumino, quienes interpretaron dos piezas y una tercera improvisada, llamada Efímero, mientras los bailarines del colectivo improvisaban el baile en escena.


Claroscuro se presentará el 29 de abril en el Festival de Movimientos Corpóreos en Mayagüez organizado por MayaWest Dance Project.